El Eternauta, ¿una advertencia?

En su libro Clases de literatura, Julio Cortázar es cuestionado por un estudiante:

—¿Qué se necesita para que una novela sea revolucionaria?

La pregunta surge en el contexto de una discusión sobre la literatura latinoamericana comprometida.

—Lo primero es que sea novela— responde Cortázar.

La respuesta viene a cuento con el reciente estreno en una plataforma de streaming de El Eternauta, serie argentina basada en la novela gráfica del mismo nombre y publicada a lo largo de 106 entregas de 1957 a 1959 en la revista Hora Cero Semanal.

La serie ha causado tal furor que el libro que sirvió de inspiración para la serie o no se encuentra o está en precios muy elevados. El sitio argentino de noticias Perfil Córdoba del martes 6 de mayo dice:

Y como toda historia que pega fuerte en la pantalla, los lectores empezaron a buscar el material original. Pero se toparon con una sorpresa: El Eternauta, en papel, está agotado. En Buenos Aires, justo cuando se celebra la 46° Feria del Libro en La Rural, conseguir un ejemplar es misión imposible (Centeno, 2025).

Tras ver la serie, tengo que reconocer que es bastante interesante. Y más cuando consideramos cómo la ficción planteada se entrelaza con la realidad argentina bajo el régimen militar y la desaparición forzada que sufre su autor Héctor Germán Oesterheld y su familia.

La historia empieza con lo que parece una inocente nevada, pero que mata al contacto. Con el paso de los días, la ausencia de gobierno transforma la convivencia en una ley de la selva donde cualquier sobreviviente es una amenaza en potencia. Hacia el final de esta primera temporada se descubre que mucha gente ha sido abducida y "transformada" en obediente autómata a las órdenes de un invasor oscuro y desconocido que los usa como carne de cañón para lograr sus objetivos.

Me parece que a esto se refiere Cortázar: el arte no usa un lenguaje directo o panfletario. Al igual que los mitos, revela verdades ocultas a través de un lenguaje simbólico (y estético) que debe ser decodificado. Porque el símbolo siempre esconde su significado real.

De acuerdo a estas ideas, El Eternauta no es solo un divertimento de ciencia ficción para escapar de la realidad cotidiana. Al igual que Un mundo feliz, Fahrenheit 451, Rebelión en la granja y 1984, nos presenta un mundo apocalíptico que nos lleva a reflexionar sobre la amenaza de fuerzas muy reales que, a lo largo de la historia, han intentado dominar e imponer su pensamiento único. Estas obras distópicas se valen de la ciencia ficción como una metáfora de la lucha de sus protagonistas contra fuerzas que parecen invencibles. Pero, ¿qué hay detrás de estos invasores desconocidos empeñados en dominar por la fuerza y convertir a sus víctimas en seres sin voluntad que solo obedecen? ¿Acaso Oesterheld nos advertía sobre la amenaza del autoritarismo y los peligros de la dictadura?

Tristemente hoy, esa amenaza parece seguir muy presente. Y los autores, tanto de la novela gráfica como de la serie, definen claramente su postura ética y quiénes son los héroes dignos de imitar.

Aunque como toda buena obra artística, El Eternauta sigue vigente y nos ofrece múltiples posibilidades de lectura. Porque a través de la imaginación, nos invita a reflexionar sobre la compleja y caótica realidad en la que vivimos.


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