El teatro gráfico
Hoy en día,
hablamos de “novela gráfica” - aunque el término sigue siendo polémico - para
distinguir estos productos artísticos basados en la conjunción de palabras
escritas e imágenes, de su pariente cercana la novela, que sólo basa su poder
de seducción en la palabra escrita.
De la misma forma, el concepto de
“poesía gráfica” o “poesía visual” parece tener sus antecedentes en el lejano
pasado. Muestra de esto son los caligramas atribuidos al poeta griego Simmias
de Rodas alrededor del 300 a. C. Pero
tal vez es durante los primeros años del siglo XX – con la experimentación
vanguardista de futuristas, dadaístas y cubistas - que la simbiosis entre lo
verbal y lo icónico cristaliza en lo que ahora conocemos como poesía gráfica.
Siguiendo esta lógica podríamos preguntarnos si al igual que existen la novela
y la poesía gráficas, también podemos encontrar “dramaturgia gráfica”. En este
sentido, y a pesar de las grandes similitudes que podríamos encontrar a primera
vista entre la narrativa gráfica y la actividad teatral, no encuentro
exponentes de dramaturgia gráfica. ¿Por qué?
En principio
hay que distinguir dos productos artísticos diferentes que con frecuencia se
confunden: el drama – responsabilidad del dramaturgo o escritor de dramas - y
el teatro – responsabilidad del director de escena y de un equipo de artistas
tan diverso como el escenógrafo, el iluminador, el vestuarista, el coreógrafo,
actores, bailarines, músicos, tramoyistas y un larguísimo etcétera. Mientras el primero nos
remite directamente a un texto estructurado en base a palabras escritas
independientemente del formato en boga; el segundo nos lleva –
desde su significado etimológico: “lugar desde donde se mira” – a un fenómeno
que invita a la contemplación de la vista, pues conjuga lenguajes
espectaculares como la presencia viva de los actores, la escenografía, la
iluminación, el vestuario y el movimiento escénico, por sólo mencionar algunos.
Así, en un sentido muy esquemático pero sin ningún afán de jerarquizar o de
valorar cualitativamente, el drama forma parte de la literatura pues, aunque
está diseñado desde su origen para llegar a la escena, también puede leerse
independientemente de ésta; mientras que el teatro forma parte de las artes
espectaculares, pues debe ser contemplado.
De esta
manera, podemos encontrar una relación equiparable entre dos productos
artísticos diferentes pero relacionados íntimamente: dramaturgia es a teatro
como guión es a novela gráfica. Si aceptamos esta premisa, usar el término
“dramaturgia gráfica” sería contradictorio o por decir lo menos, poco afortunado.
Lo más adecuado en todo caso, sería usar el término “teatro gráfico”; “teatro
ilustrado” o “historieta teatral”. Tanto el texto dramático como el guión de
comic o de novela gráfica están estructurados en base a palabras escritas. Es
decir, son producciones en sí mismas que contienen la potencialidad de otro
producto que va más allá de las palabras.
El teatro
implica un proceso hermenéutico de interpretación de un equipo muy diverso de
creadores. El director concibe una visión general de los conflictos propuestos
por el dramaturgo, llena los vacíos de acción que ha dejado el texto escrito y
se convierte en el primer espectador del hecho escénico. El escenógrafo crea un
mundo habitable para los personajes. El vestuarista diseña la ropa que los distingue.
El actor le da vida al personaje a través de su gestualidad, su voz, su
expresión corporal y su emotividad. Y así, lo que pudo concebirse como el
trabajo creativo de un solo individuo (el dramaturgo), se transforma en un
fenómeno colectivo en la “puesta en escena”.
De la misma
manera, el guión da pie a un proceso complejo que puede o no estar en manos de
un equipo diverso de creadores: el maquetador; el dibujante que genera las
viñetas a lápiz; el entintador; otro artista que colorea las imágenes; el
rotulador… En todo caso, tanto en el teatro como en la narrativa gráfica, el
resultado del trabajo viene a ser una especie de puesta en escena “visible”
para el espectador o lector, de lo que sólo existía como palabras escritas.
La
posibilidad de un teatro gráfico,
surge en una época en la que el boom de las obras gráficas está en pleno
crecimiento. Sin embargo, parece ser todavía una idea aislada por lo que los
límites y características que lo distingan de otras formas de narración gráfica
aún están por explorarse. En todo caso, un primer criterio para identificar al teatro gráfico, sería que estas obras
hubieran sido concebidas originalmente como textos dramáticos. Para nuestro
país no he encontrado ningún antecedente, ni referente contemporáneo que se acerque
a esta idea de teatro gráfico.
Sin embargo, sí lo hay en España con
la publicación en 2004 del Ubu rey de
Jaime Asensi (Edicions de Ponent) y en Argentina donde el Instituto Nacional
del Teatro ya inició una exploración con la publicación del libro Teatro en viñetas. De la nota aparecida
el 3 de diciembre del 2012 en el portal de noticias La voz del interior de Córdoba, Argentina destacamos lo siguiente:
Dos clásicos de la escena argentina contemporánea, “Yepeto”, de Tito Cossa,
y “Venecia”, de Jorge Accame, fueron adaptados al cómic en el libro Teatro en viñetas, una combinación de
géneros con pocos antecedentes a nivel local.
Con guiones de Alejandro Farías e ilustraciones de Hurón y Carlos Aón, la
flamante edición de Loco Rabia y el Instituto Nacional del Teatro aspira a
transformarse en una lectura escolar y generar una colección gráfica que
recupere y reinterprete obras fundamentales del arte dramático en la Argentina.
(Agencia Télam)
Pero quizás quien ha explorado más profundamente los alcances del teatro
gráfico es la editorial inglesa Classical Comics quien ha realizado
adaptaciones de las principales obras de William Shakespeare (Macbeth, Romeo y Julieta, Sueño de una noche
de verano, La tempestad y Enrique V) incluyendo el texto completo en un
formato gráfico de alta calidad.
Aunque el surgimiento de una
corriente como el teatro gráfico, en
la cual el detonador es el texto dramático, parecería ir en contra de la
tendencia actual hacia el teatro posdramático
– un fenómeno escénico centrado en el director y los actores que parece
intentar derrocar la hegemonía del dramaturgo y negarle importancia al texto
dramático. Otra visión podría
considerarlo una alternativa contra la aridez natural del drama que no cuenta
con muchos lectores debido a los conocimientos técnicos requeridos para poder
decodificarlo. Tampoco resulta descabellado como opción de dar a conocer un
texto dramático a través de una “puesta en escena gráfica” ante la falta de
espacios, las condiciones abusivas que enfrenta el teatro independiente y la
absurda burocratización de los medios de producción teatral en nuestro país.
O
tal vez, la idea de un teatro gráfico
sólo responda a nuestra compulsión de clasificación como investigadores y
teóricos teatrales y la adaptación de algunos textos no representa el
surgimiento de un género nuevo. En todo caso, sólo el tiempo nos dirá si el teatro
gráfico es una tendencia o sólo un sueño sin ningún fundamento en la realidad.
Gracias por compartir.
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