Amélie o el difícil proceso de crecer

 

 

En días pasados volví a ver la película El fabuloso destino de Amélie Poulain, estrenada en 2001, y que en su momento recibió premios a Mejor película y Mejor director en la entrega de los Premios del Cine Europeo, y 5 nominaciones a los premios Oscar. Mientras la veía, una pregunta vino a mi mente: ¿Qué hace que esta película conecte con nosotros cuando en términos formales, parece tan extraña? Veamos.

Si empezamos por analizar las palabras del título, podemos notar que la palabra “fabuloso”, nos da una pista de que nada en esta historia es realista. En el plano visual, todo lo que se nos presenta se ve a través de filtros de color que generan un efecto de distorsión de la realidad. Estos filtros usan colores primarios: rojo, amarillo, azul y verde; y, otra vez, la sensación es casi la de una película de animación donde todos los personajes, por sus peculiaridades, filias y fobias tan excéntricas, son casi caricaturescos. Empezando por el papá de Amélie, a quien no le gusta que se le pegue el traje de baño cuando está mojado, y disfruta enormemente acomodar su caja de herramientas; la mamá que detesta que alguien la toque por accidente y que está enferma de los nervios, configuran personajes excéntricos y casi patológicos.

La intervención de un narrador con voz en off que empieza a dar datos que parece que no tienen ninguna conexión, nos refuerza la idea de esta “realidad no realista”; de esta sensación de extrañamiento; y es casi inevitable pensar en la influencia del teatro del absurdo, y en especial de la obra de Samuel Beckett Esperando a Godot, en el pasaje donde Lucky se pone su sombrero para pensar y recita de forma mecánica y monótona una serie de datos inútiles. Entonces, desde el inicio de la película nos sumergimos en este universo, más parecido a un cuento, un cómic o una novela gráfica, que a nuestra realidad cotidiana.

Nuestra protagonista, Amélie, está presentada como una niña sobreprotegida e insegura que crece llena de culpas. Primero porque le hacen creer que al tomar fotos provoca accidentes; luego, al presenciar la muerte de su madre; y finalmente, cuando su padre la diagnostica como enferma del corazón, configuran un personaje que no ha podido madurar emocionalmente y que compensa su soledad creando fantasías.

De esta manera, Amélie se integra a ese mundo poblado de personajes cargados de peculiaridades excéntricas. En el café donde trabaja están la vendedora de tabaco que es hipocondriaca; la mesera que truena huesos con un ex novio acosador que graba todas sus risas; el cliente que se asume como un poeta fracasado, y la lista sigue con sus vecinos. En resumen, este es un mundo donde la norma es ser raro, pero a fuerza de ver la rareza en todos lados, esa rareza empieza a parecer normal.

Eventualmente, podemos intuir que la historia está presentada por el punto de vista subjetivo de la protagonista. Y no es gratuito que este universo nos parezca un tanto extraño; como salido de una mente infantil. Porque ella es una mujer que se sigue sintiendo como una niña, y no quiere enfrentar una realidad que no entiende y que, de alguna manera, le atemoriza. Por esto resulta verosímil en este universo fantasioso que los cuadros hablen e interactúen con la protagonista, ya que, en términos estrictos, solo con ellos se atreve a relacionarse de una manera más íntima. Siguiendo estas ideas, parecería que la fantasía que le ayudó a soportar la soledad durante su infancia, ahora es un elemento que le impide relacionarse con el mundo real adulto de forma adecuada.

La noticia de la muerte de Lady Di, detona una serie de sucesos que cambiarán la vida, no solo de la protagonista, sino también, de todos los personajes que la rodean. Al encontrar por accidente una caja con recuerdos del antiguo inquilino del departamento donde vive, Amélie decide buscarlo y devolverle la caja. Esta decisión inicia el proceso de transformación de su mundo, su viaje del héroe, porque le da una misión, le da un sentido a su vida. Y esto la obliga a interactuar con su entorno: encuentra un mentor, aliados, enemigos y retos que superar.  En el camino, va funcionando como catalizador del cambio de los demás, y hacia el final de la historia, todos los personajes de su entorno han cambiado para bien gracias a ella, pero Amélie sigue sola. Si bien, la fantasía ha servido para ayudar a los otros, en su caso, no es la respuesta. Porque el personaje de Nino, se parece mucho a ella. Ambos personajes comparten una visión fantasiosa e infantil que les hace muy difícil relacionarse con esa realidad extraña que no entienden. Se han adaptado a ella, pero no parecen sentirse cómodos, y en términos estrictos, están solos.

Amélie no se siente capaz de enfrentar directamente a Nino, y tiene que disfrazarse y armar un plan complicado para entregarle su álbum de fotos. Le aterra la posibilidad de que la vea como es en realidad; se siente vulnerable porque quizás ella no se acepta a sí misma y por eso teme tanto el rechazo. Su mundo de fantasía es el lugar seguro que la protege pero también la cárcel que la mantiene aislada. Y este es el punto climático de la acción, Amélie tiene que decidir si sigue como hasta ahora, viviendo segura pero sola en su mundo de fantasías, o si está dispuesta a correr el riesgo y enfrentar la realidad. La acción me lleva a reflexionar sobre la importancia de distinguir entre la fantasía y la realidad como proceso de madurez emocional; cómo influye para que podamos interactuar con la realidad de forma armoniosa, y cómo abre la posibilidad de amar y ser amados.

Amélie El fabuloso destino de Amélie Poulain, nos presenta una historia donde el amor es la consecuencia de una evolución en el personaje que le permite madurar, aceptarse, y al hacerlo, ser aceptado y amado por el otro. Como espectadores de la acción, nos vinculamos emocionalmente con la protagonista y, al hacerlo, la acompañamos en su recorrido de crecimiento. Así, de alguna manera, nosotros también crecemos con el personaje. Me parece que es esto lo que hace que esta historia conecte tan bien con nosotros. Pero, eventualmente, cada espectador interpreta la historia de acuerdo a sus referentes y su propia biografía; por lo que hay más de una manera de entenderla y darle sentido.

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