Navidad, época de contradicciones




El fin del otoño, y el inicio del invierno, además de traer un clima frío y la noche más larga del año, representan para muchos, una época de celebraciones, regalos y reuniones en familia. Para los niños, puede ser una época de ilusión, magia y fantasía, pues esperan con ansia la llegada de Papá Noel o de los Reyes Magos, cargados de juguetes si se portaron bien. Durante la Navidad se promueve, más que en cualquier otra época del año, que la gente debería sentirse feliz. Y para demostrarlo, debe intercambiar regalos, ir de compras, preparar cenas especiales, consumir bebidas alcohólicas, cantar y bailar hasta que el cuerpo aguante, o salir de vacaciones a lugares apartados y exóticos. Por eso, no resulta extraño que, en esta época, se registren las más altas cuotas de venta del año en casi todos los negocios. Y aunque la publicidad nos vende la fórmula: Navidad igual a Felicidad, no es un secreto que el elemento implícito de la ecuación es: y Felicidad igual a Alto Consumo.
De acuerdo a esta lógica, esta “felicidad” promovida por la publicidad, queda reservada solo para quien puede pagarla. Entonces, para aquellas personas con un poder adquisitivo saludable, el solsticio de invierno trae la oportunidad de ser felices y demostrarlo. Estas personas pueden gozar de una “blanca Navidad” en compañía de sus seres queridos y sentirse satisfechos de que responden al paradigma impulsado por todos los medios de comunicación; son “buenos ciudadanos” y se comportan de acuerdo al paradigma dominante. ¡Genial! Todo es miel sobre hojuelas.
Pero, ¿qué pasa si la llegada del invierno solo hace más evidente que no tienes trabajo y no sabes cómo vas a pagar la renta o la hipoteca? ¿Qué pasa si no puedes pagar el gas, la luz y el agua? Y si no puedes pagar lo indispensable, ¿cómo vas a pagar todo lo demás que viene por añadidura con la llegada de la Navidad? ¡Chispas! Y eso no es todo. Se ha popularizado la creencia de que en estas fechas hay que estar con la familia. Pero ¿qué pasa con todos aquellos que no la tienen? ¿Qué pasa con los matrimonios rotos, con los que han perdido a un ser querido, con los enfermos terminales, los que han perdido su libertad y están tras las rejas? Para todos ellos, el invierno se experimenta como una época fría, triste y muy oscura. Pues la abundancia de que gozan los unos, hace más cruda la austeridad que padecen los otros. Dos caras de una misma moneda.
Me parece sorprendente que la Navidad produzca efectos tan contrarios y extremos. Y me sorprende mucho más porque, lo que supuestamente se celebra, y cada vez se menciona menos el nacimiento de Jesús—, ¡ni siquiera tuvo lugar en estas fechas! Y aquí empiezan las que yo veo como contradicciones navideñas, y que pocos parecen tomar en cuenta.
La primera contradicción es que, si lo que celebramos en estas fechas es el nacimiento de Cristo, estamos en un error porque Jesús nació antes de Cristo. ¡Chispas! ¿Cómo está eso? Pues resulta que, en el año 525 de nuestra era, el papa Juan I le encargó a un monje supuestamente muy diestro en cálculos matemáticos, que fijara la fecha del nacimiento de Cristo. El monje elegido fue Dionisio el Exiguo. Pero este monje, aunque diestro en cálculos matemáticos, no era un buen investigador. Debía deducir la fecha del nacimiento de Jesús guiándose por los hechos y personajes contemporáneos a él. Y ahí fue donde se perdió. Usó de referencia la fecha de muerte de Herodes el Grande, pero sus datos estaban mal y el desfase que provocó fue ¡de entre 3 y 5 años! Así las cosas, en lugar de estar celebrando el fin del año 2019, podríamos festejar el fin del año 2024, y de golpe, ya estaríamos en el futuro, o, mejor dicho, en el presente correcto.
Otra contradicción es celebrar en invierno. De acuerdo a los estudiosos de la Biblia, Jesús debió nacer en primavera, porque de acuerdo a las escrituras, hay pastores, lo cual indica la presencia de pastos frescos, que por supuesto, no existirían en invierno. Entonces, ¿a quién se le ocurrió la idea de poner al 24 de diciembre como la fecha del nacimiento de Cristo? Todo tiene que ver con la popularidad. Para que vean que eso no es un invento moderno de las redes sociales. A la iglesia romana, se le ocurrió la idea de colgarse de la popularidad de una fiesta antigua para legitimar una celebración nueva y menos popular. De esta manera, fusionó la fecha de las celebraciones paganas en honor al Sol invicto y el solsticio de invierno, con la natividad cristiana. Eventualmente, la celebración pagana original se fue olvidando, y en su lugar, se fijó en el imaginario colectivo la nueva fiesta.
Por último, una tercera contradicción está en celebrar el nacimiento de Jesús, comprando a los modernos mercaderes que saturan los espacios públicos y privados —a través de la televisión, la radio y los dispositivos móviles que llegan hasta los lugares más insospechados, cuando, según los evangelios, una de las primeras acciones de agitación social que realiza Jesús y aquí muestra su lado revolucionario que la iglesia, y las buenas consciencias se han esmerado en ocultar, fue correr a los mercaderes del templo de Jerusalén o templo de Herodes. De esta manera, resulta la mayor contradicción de todas, celebrar el nacimiento de una persona que luchó contra el consumismo, haciendo precisamente aquello contra lo que luchó, es decir, consumiendo. ¡Rayos! ¿Cuánta gente me va bloquear de sus redes sociales por decir esto?
Entonces, si ves a una persona que no quiere celebrar en estas fechas, no seas duro con ella. Puede que solo sea una persona amargada, pero también, es posible que sea alguien que ha leído y está informada.

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