Las aventuras del Capitán Alatriste



     Si bien - como es notorio por su recurrencia en este blog - el teatro es una pasión que ocupa buena parte de mis horas del día, los libros y su lectura no le van mucho a la zaga. En realidad mi afición a la lectura se desarrolló relativamente temprano en mi vida. Recuerdo el placer que me causaba llegar de la escuela, botar la pesada mochila a un lado del sillón, tomar el periódico de la mesa de centro y tumbarme en la sala a leer. Esas hojas de papel se desplegaban como alas y me elevaban sobre el tedio de la cotidianidad para viajar por el mundo hasta que llegaba la hora de comer. Luego fueron los libros de aventuras: Tarzán de los monos; Sandokan, el tigre de la Malasia; El faro del fin del mundo; Ivanhoe; 20,000 leguas de viaje submarino; La isla misteriosa; Los tres mosqueteros...
     Muchos años después, una tarde que me encontraba en casa sin muchas ganas de hacer nada más que flojear, encendí el televisor y me topé de bruces con una serie de la cadena española Telecinco: Las aventuras del Capitán Alatriste. Al instante recordé haber visto el título en alguna de mis visitas a las librerías, y ni tardo ni perezoso, me puse a buscar información en la red. Una hora después, ya había cargado en mi lector electrónico los siete títulos de la serie. Pienso que ese primer impulso, puede explicarse por el recuerdo de los grandes momentos de lectura que viví en compañía de esos libros de aventuras. Pero en todo caso, la obra de Pérez -Reverte, además de ser a toda ley una colección de libros de aventuras, tiene algunos otros valores que vale la pena comentar.

     El primer libro de la serie: Las aventuras del Capitán Alatriste (1996), comienza como todo libro de este tipo, con un llamado a la aventura del protagonista - el capitán - y su inseparable protegido y narrador Iñigo Balboa. Sin embargo, pocas páginas después, la acción se ubica en un corral de comedias y el autor nos sumerge en el ambiente, las costumbres y los protagonistas del teatro y la poesía españolas del siglo de oro: Francisco de Quevedo y Villegas (probablemente antepasado mío por lo de Villegas, je, je); Lope de Vega; Calderón de la Barca; Tirso de Molina y hasta el indiano Juan Ruiz de Alarcón son mencionados y comentados a lo largo de la acción. De alguna manera, el libro de aventuras introduce al lector de manera ágil, emocionante y divertida a la España del siglo XVII. El narrador se permite presentar un cuadro crítico sobre la riqueza y la pobreza del imperio y la sociedad de ese momento.
     A partir del segundo libro de la serie, Pérez-Reverte parece elaborar libros monográficos sobre un tema. En Limpieza de sangre (1997), desarrolla de manera crítica la persecución religiosa y política que sufren los judíos en la península durante el reinado de Felipe IV. La Santa Inquisición teje sus hilos para atrapar, torturar y ejecutar a los enemigos políticos y todo aquel que no pueda probar ser cristiano viejo y puro de sangre. El narrador, Iñigo Balboa, aventura la hipótesis de que si España no hubiera expulsado y perseguido a los judíos y a los moros, que eran los dueños del dinero y quienes no veían mal el trabajar, tal vez España no hubiera perdido la hegemonía de Europa. Una idea que cobra vigencia hoy por hoy que algunos dirigentes como Donald Trump retoman esa idea y se empeñan en expulsar a los inmigrantes de su nación. Tal vez no le vendría mal al señor Trump leer aunque sea un resumen de esta obra.
     En el tercer libro, El sol de Breda (1998), tal vez valiéndose de su experiencia como reportero de guerra, el autor nos introduce en una de las múltiples batallas que el imperio español sostiene en contra de los "herejes" para defender la "verdadera religión". Mientras seguimos a un tercio español - brazo armado del rey que era una especie de fuerzas especiales del ejército, Pérez-Reverte nos habla de las condiciones de los soldados; la lucha en las trincheras; el poco armamento; los motines y los problemas que tenían los soldados para cobrar sus sueldos. En El oro del rey (2000), la acción gira en torno a las riquezas venidas en barcos desde las colonias americanas; los piratas; la corrupción que surge ante el brillo deslumbrante del oro y cómo el ladrón que roba a ladrón recibe una cadena dorada de recompensa.
     Aunque no he leído aún todos los libros de la serie, podemos ver hasta aquí que Pérez-Reverte construye con sus novelas de aventuras, toda una enciclopedia de la vida y la sociedad del siglo de oro español. De una manera amena y emocionante, Las aventuras del Capitán Alatriste cumplen el doble objetivo del que hablaba Horacio en su Epístola a los Pisones: los buenos poetas deben instruir deleitando.

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