Un teatro de emergencia

En días recientes comentaba con algunos colegas sobre las adversas condiciones que enfrenta el teatro independiente en nuestra ciudad. Los de por si pocos espacios que estaban dispuestos a trabajar con los grupos a porcentaje de las entradas en taquilla, han sido engullidos por la tendencia iniciada en México por el FONCA de solicitar carpetas de proyectos llenas de requisitos cada vez más complejos y onerosos para los grupos.

Recuerdo que un espacio que acogía las iniciativas de estos grupos y estaba dispuesto a ofrecer temporadas a porcentaje de taquilla, era el Museo Universitario del Chopo, quien además tenía un departamento de medios que se ocupaba de conseguir entrevistas, realizar los diseños de carteles, programas de mano, notas de prensa y postales virtuales; permitiendo que los grupos se dedicaran a lo suyo: hacer teatro.


Actualmente, para solicitar un espacio en temporada, es necesario presentar un proyecto (entiéndase: gruesa carpeta de documentos con información de los integrantes, direcciones, teléfonos, correos electrónicos, cartas compromiso firmadas por todos los integrantes, permisos, derechos de autor, derechos de música, diseños, fotos, videos, plan de medios, cotización de papelería, prensa, etc.) ¡Diablos! ¡Solo quiero presentar una obra, no venderles mi alma!



¿A qué responde la creciente burocratización y engorrosa tramitología que se ha ido esparciendo como cáncer hasta engullir incluso los espacios que históricamente habían sido oasis para este tipo de trabajos? ¿Esto responde solo a la insuficiencia de la infraestructura teatral ante una enorme oferta de producciones, o hay algo más detrás?

En su libro Espectáculos escénicos: producción y difusión (México, 2009), Marisa de León identifica 11 modelos de producción de espectáculos escénicos entre los que encontramos al independiente. De acuerdo a la autora, este modelo está integrado por:


Personas comprometidas con un discurso propio de denuncia, crítica o protesta; o bien con un estilo particular en la ejecución de sus obras. Sus trabajos escénicos contienen una fuerte carga ideológica y realzan el nivel artístico. (34)



        No sé si he leído demasiado a Kafka (El proceso) y George Orwell (1984 y Rebelión en la granja), pero no puedo evitar pensar que la tendencia de complicar el acceso de los grupos a los espacios, parece estar encaminada a desaparecer a los grupos independientes, los que tienen discursos propios y alejados de las corrientes hegemónicas aceptadas. Ya no hay censura, solo artistas “incapaces” de redactar un proyecto como debe de ser, de llenar “correctamente” los formatos. Lo que impera en la actualidad son los artistas mercenarios:

Del latín merces, - eris, «pago». Se dice de los soldados que luchan o participan en un conflicto bélico por su beneficio económico y personal, normalmente con poca o nula consideración en la ideología, nacionalidad o preferencias políticas con el bando para el que lucha.


Estos equipos de profesionales solo se juntan para realizar un proyecto (normalmente ya beneficiado con alguna beca) y su relación laboral termina con el proyecto. En las escuelas se busca egresar clones de los artistas aceptados (consagrados) buscando la uniformidad, seguir el canon, porque la diferencia sigue siendo inquietante. Todos deben hacer más o menos lo mismo, “estar a la moda”, seguir las tendencias importadas del “1er mundo” si quieren ser beneficiados con alguna beca o temporada. Así las cosas, ¿qué opción nos queda a los "inadaptados"?

Ante el cierre de oportunidades, hay que abrir nuevos espacios, cambiar los paradigmas e inventar nuevas maneras de hacer teatro sin becas ni instituciones. Hoy hace falta un teatro de emergencia que no dependa de las estructuras de poder, sino del poder que se genera en la relación entre los creadores escénicos y su destinatario directo: el público.
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Comentarios

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    1. Lo mismo pasa con el resto de las artes. Es frustrante involucrarse con los trámites y botarlo todo por tan absurdo proceso. Peor aún, reunir los papeles y que ni te acepten, ¿quiénes? los que deciden, un pequeño grupo. Debería haber más espacios, pero al final, aunque lo neguemos, ya habremos enviado la solicitud a ese pequeño grupo. Por otro lado, yo trabajé en la Unam dos años, en asuntos administrativos, a mí me tocó rechazar algunos proyectos y fue espantoso, porque ni siquiera yo tomaba la decisión, obviamente. Es una larga cadena donde nunca encuentras quién es el responsable, como lo que mencionas de Kafka. Te rechazan y ni con quién pedir explicaciones.

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  2. Muy interesante tu experiencia. Gracias por tu comentario.

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