Puntualidad y resistencia cultural
Son las 4:15 de la tarde. El gimnasio que nos sirve de
espacio de ensayo para nuestro espectáculo con números circenses, se encuentra
vacío. Melanie, una de las actrices, se encuentra estirando sobre unas
colchonetas. Después de mirar en su teléfono la hora, protesta: ¿Por qué la
gente es tan impuntual?
Al
instante vienen a mi mente dos concepciones del tiempo totalmente diferentes.
Por un lado tenemos el tiempo cíclico propio de culturas agrícolas politeístas
que surge de la observación de los ciclos naturales: estaciones del año, ciclos
solares y lunares, la alternancia del día y la noche y el proceso natural de la
agricultura: semilla, planta, fruto, semilla. No parece tener un principio
definido ni un final.
Por otro
lado, tenemos el tiempo lineal propio de las culturas semíticas monoteístas que
plantea un principio, un acontecer histórico y desemboca en un final.
Durante la
conquista de México, los vencedores impusieron su idioma, su religión, su
cultura y su concepción lineal del tiempo que chocaba con la concepción
cíclica. Sin embargo, se encontraron con una gran resistencia de parte de los
pueblos originarios de nuestro país para aceptar su cultura. Así, en el
interior de las esculturas de santos católicos, escondían ídolos de sus
deidades y fingían rezarles a los santos cuando en realidad elevaban sus
plegarias a las deidades que estaban en su interior.
No parece
coincidencia que el cerro del Tepeyac donde se adora a la Virgen de Guadalupe haya
sido antiguamente un sitio sagrado donde se rendía culto a la diosa de la
tierra Tonantzin, nuestra madrecita y que tanto la Virgen como la diosa
terrestre sean consideradas como madres divinas.
Esa
actitud de resistencia hacia la imposición, parece mantenerse en lo relacionado
con el tiempo. Expresiones como Nos vemos
al rato o nos vemos alrededor de las
4, muestran una concepción temporal cíclica en la que la exactitud resulta
intrascendente. Por tal motivo, al escuchar Nos
vemos a las 4 en punto, se detona un proceso de resistencia inconsciente
ante la imposición. Así las cosas, reprender a alguien por su impuntualidad
sólo refuerza el mensaje de la imposición y la única manera de resolver el
conflicto parece ser, concientizarlo del origen del problema.
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