Norteados y orientados




        Camino por el alcázar del Castillo de Chapultepec admirando la maravillosa vista de la ciudad de  México. Desde estas alturas es posible ver la avenida construida durante el gobierno de Maximiliano para comunicar el Castillo de Chapultepec con el Palacio Nacional y cuyo primer nombre fue  Paseo de la Emperatriz. Ahora todos  la conocemos como Paseo de la Reforma. A mi lado, una niña le pregunta a su mamá: ¿para dónde está el norte?  

Mientras la señora mira alternativamente hacia un lado y hacia otro tratando de ubicarse, vienen a mi mente los conceptos de Norteado y orientado. Al parecer el origen de estas dos palabras y sus significados pueden remontarse a los tiempos inmediatamente posteriores a la Conquista. Ya Kenneth Burke, filósofo y lingüista norteamericano, exponía que observamos la realidad de acuerdo a un sistema simbólico y aunque dos personas observen el mismo fenómeno, cada uno lo verá de una manera distinta si sus sistemas simbólicos son diferentes. 

Un católico, un protestante, un musulmán o un judío tendrán una lectura diferente del mismo fenómeno debido a sus sistemas simbólicos. Lo mismo ocurrió con la llegada de los europeos a Mesoamérica.  Mientras la cartografía europea representaba las direcciones en un plano colocando el Norte en la parte superior de la hoja y usándola como guía principal (Norteados), los pueblos de Mesoamérica se guiaban por la salida del sol: el Oriente (orientados). 

Dado que los europeos se perdían con facilidad en los territorios recién conquistados, se empezó a relacionar la palabra norteados con la mala ubicación y la palabra orientados con la buena. Sin embargo, como diría Burke,  el guiarse por el norte o por el oriente, sólo son dos maneras de contemplar el mismo fenómeno pero respondiendo a sistemas simbólicos diferentes. 

Y si te interesa la orientación y la navegación, seguramente disfrutarás la novela de Julio Verne El faro del fin del mundo, una emocionante aventura situada en una isla deshabitada de la Patagonia argentina y publicada póstumamente en 1905.

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