Lucy en el cielo con diamantes




El recuerdo sabe a fresa

Abre una puerta blanda en el rabillo del ojo

Por la cual nos resbalamos de cabeza

hasta un lugar nebuloso.


        Cuando escuché los acordes a ritmo de vals de Lucy en el Cielo con Diamantes, estallaron en mi mente esquirlas de sensaciones que estaban archivadas en algún rincón de mi olvido: los días en la preparatoria, las clases de Creación Literaria, la impactante personalidad de la Maestra Arcelia Nogeira a la cual debo mi pasión por la escritura, y el análisis de esa canción (ya desde entonces banalizada como un viaje por el consumo de drogas del autor). 

        Tengo que aceptar, que la canción de Lennon  sigue ejerciendo en mí el mismo poder de inquietante seducción que tenía hace tantos años. Una canción se parece mucho a un texto dramático: ambos tienen una realidad que va más allá de las palabras. En la canción, el equivalente a la puesta en escena es el montaje de las palabras en una estructura de sonidos y silencios, la música, el arreglo y por supuesto la edición.

Lo primero destacable es la combinación de dos tipos de compás dentro de la estructura rítmica de la obra. Comienza con uno de ¾ y en el coro, cambia al tradicional de 4/4 que es el que comúnmente se usa en el rock. Este manejo formal, es equivalente a lo que William  Shakespeare propone en Hamlet, donde alterna un tono propio de tragedia, con algunas escenas de tono cómico, lo cual resulta revolucionario para el momento.

El efecto emotivo que el compás de ¾ provoca en Lucy en el Cielo con Diamantes es impresionante, pues dulcifica el sonido al grado de evocarnos con su característico- un, dos, tres, un, dos, tres- un balanceo acompasado que refuerza la imagen de ir a bordo de un barco sobre el río, o el delicioso aletargamiento que provoca una canción de cuna. Pero conforme cobramos conciencia de la armonía, surge una sensación de misterio ante el exotismo del instrumento utilizado como base: el sitar (un instrumento de cuerda pulsada originario de la India y Pakistán, que tiene un característico sonido metálico). El manejo de ecos en las voces y paneos  aprovechando la tecnología estéreo de la época (en la cual los Beatles fueron pioneros), completa el ambiente onírico y alucinante propio de esta obra.

Si la experiencia sonora de Lucy en el Cielo con Diamantes nos invita a soñar y a trasladarnos a un mundo onírico donde todo es posible, entonces es lógico que se vincule esta canción con los alucinantes textos de Lewis Carroll y en especial con un capítulo de A través del Espejo y lo que Alicia encontró allí.

Sólo tres años antes de la aparición del disco del Sargento Pimienta y Lucy en el Cielo con Diamantes, una influyente intelectual, escritora, ensayista y directora teatral norteamericana llamada Susan Sontag publicaba su ensayo: Contra la interpretación, en el cual se opone a la crítica artística de su tiempo pues considera que se ha abusado de la interpretación subjetiva al intentar explicar lo que el autor quiere decir con su obra. Para Sontag,  “la interpretación es la venganza que se toma el intelecto sobre el arte”, busca domesticar la obra y es sólo “el homenaje que la mediocridad rinde al genio.”

Es cierto que la interpretación, como lo denuncia Sontag, puede desvirtuar o desviar la atención de la obra artística. Para comprobarlo basta navegar por la red y observar que la mayor parte de la información en relación a Lucy, sólo repite la anécdota en torno al dibujo de Julian Lennon como detonador creativo del autor, o se concentra en aspectos accesorios a la obra, olvidándose de la obra misma. Sin embargo, hoy como en el principio de los tiempos, cuando alguien se enfrenta a una obra de arte de verdad, queda sobrecogido por el encantamiento, la magia y el misterio, que producen un intenso placer. Entonces, y hablo por mí mismo, surge el deseo de prolongar el placer que la obra nos produce en los sentidos y una manera de hacerlo es desarmarla, separar las partes del todo para comprender cómo funciona y convertir el placer de los sentidos, en el placer del descubrimiento intelectual.

Este acto amoroso deja de ser la interpretación a la que se refiere Sontag, para convertirse en un análisis. Su objetivo no es domesticar, reducir o banalizar, sino prolongar el placer de la contemplación  multiplicando los ángulos desde los cuales el observador pueda disfrutar de la obra. El análisis en lugar de reducir busca multiplicar, en lugar de domesticar busca sensibilizar a quien contempla la obra de arte.

        Si bien ya hemos observado algunos elementos sonoros presentes en Lucy en el Cielo con Diamantes, ahora podemos sumergirnos en las experiencias sensoriales que produce la textualidad de la canción.

El texto comienza con la palabra Picture que directamente nos remite a una foto o película y que determina la importancia de la visualización. Con la combinación Picture yourself  nos invita a ser los protagonistas y a vernos con una cierta distancia, como si nos observáramos en una película. Así,  picture yourself podría traducirse como Mírate. Siguiendo esta idea, el primer verso se traduciría: Mírate en un barco en un río. Nada en el texto nos indica que vayamos remando o guiando la embarcación, por el contrario, la imagen de ir a la deriva se complementa con los estímulos sonoros: el tempo acompasado y semilento, el compás de ¾ que invita al balanceo. La sensación de este verso es la de ir flotando a la deriva, llevado por la corriente.

El mundo por el cual vamos viajando empieza a describirse en el segundo verso y nos habla de: árboles de mandarina y cielos de mermelada. La primera sensación es gustativa: el intenso sabor de la mandarina y la mermelada en nuestro paladar. Después la sensación se bifurca a nuestros ojos, al visualizar los intensos colores, y a nuestros dedos, al percibir las texturas, rugosa en el caso de la mandarina y grumosa en el de la mermelada.

Alguien te llama, es un estímulo al oído, y Contestas ligeramente lento (quite slowly)  indica que nuestra voz no se expresa de forma normal, sino como si estuviera aletargada, en cámara lenta o una vez más, como inmersa en un sueño.

Ahora bien, ¿quién nos llama? La chica con ojos de caleidoscopio. La palabra chica nos remite a un estado intermedio entre la niña y la mujer. Por otro lado, sus ojos de caleidoscopio (del griego observar la imagen bella) recuerdan la sensación visual que experimentamos cuando pasamos de un lugar oscuro a uno muy luminoso y vemos manchas de colores cambiantes. 

Seguimos recorriendo ese mundo en el que hay Flores de celofán alargándose como torres sobre tu cabeza. Que activa sensaciones de pequeñez al enfrentarnos a estas gigantescas flores artificiales, crujientes y sonoras. Luego vemos a la chica con el sol en los ojos  que evoca la calidez y una luz cegadora que produce el deseo de seguirla.

El extraño mundo está habitado por Gente-que-monta-caballos-de- mecedora. Lo cual produce una paradoja visual: la sensación de movimiento pero sin desplazamiento real; el movimiento se reduce a un balanceo que no los lleva a ninguna parte. Esta gente come pay de malvavisco. Aquí, otra vez el estímulo está dirigido al paladar y nuestras papilas gustativas son invadidas por masivas cantidades de dulce. El resultado en el estado anímico de estos entes extraños, es la risa: todos ríen y parecen ser felices mientras nosotros, distantes observadores, seguimos a la deriva, sin control, hasta llegar a la orilla. Ahí, sin que los hubiéramos llamado, nos esperan taxis de periódico para llevarnos lejos. ¿A dónde? No lo sabemos, porque nuestra cabeza está en las nubes.

Finalmente nos miramos en un tren, rodeados por maleteros hechos de plastilina (otra vez una sensación táctil, viscosa y grasosa), nos miramos reflejados en sus corbatas de espejo y unos instantes antes de que acabe la canción, todo el viaje parece estar dirigido a llevarnos a un cuestionamiento: ¿nosotros somos ellos? En ese momento aparece Lucy, la chica de los ojos de caleidoscopio; está en el torniquete ¿la salida? Y la canción termina dejándonos con la sensación de que algo misterioso ha sucedido ante nuestros sentidos.

Te invito a vivir tu propia experiencia sensorial escuchando Lucy en el Cielo con Diamantes y si después de eso, necesitas interpretar lo que significa para ti, pues bienvenido.


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