La tragedia
Voy
escuchando las noticias en la radio y de repente, algo llama mi atención. El
locutor dice: “…perecieron en un trágico accidente.” No puedo evitar sonreír
mientras imagino los sorprendentes caminos que han recorrido las palabras que
usamos cada día.
La
expresión trágico viene del griego tragedia, literalmente “canto del macho
cabrío”. Pero ¿cómo es que esta palabra vino a significar algo desafortunado,
lastimoso y funesto en nuestro vocabulario? Cuenta la leyenda que un director
de coros llamado Tespis viajaba en su carreta por la antigua Grecia organizando
presentaciones durante los festejos en honor a Dionisos, dios del vino y la fertilidad. En cierto
momento, Tespis, no se sabe si en un arranque de creatividad provocado por el
exceso de vino o de aburrimiento tras años de repetir los mismos cantos una y
otra vez, se separó del coro y empezó a contestar los cantos creando el diálogo
y con él, el germen del teatro.
Fue
tal el éxito de esta innovación, que a partir de ese momento, las festividades
del dios llamadas Dionisiacas incluyeron representaciones teatrales, algunas
serias y solemnes y otras burlescas y festivas. Como los antiguos participantes
de las fiestas usaban pieles de cabra, a la primera se le llamó tragedia (canto
del macho cabrío) y a la segunda, más festiva y alegre, comedia.
La
tragedia empezó a distinguirse por presentar a personajes mitológicos, muchos
de ellos extraídos de historias populares como la Ilíada , que en un acto de
soberbia (llamado también pecado de hybris) desafiaban al sistema de valores
éticos representado por los dioses. Como
consecuencia de ese acto de rebeldía, los héroes eran destruidos. El final de
todas las tragedias implicaba la muerte o la destrucción moral de los
personajes transgresores.
En
los concursos anuales que se celebraban durante las grandes Dionisiacas
destacaron tres autores de tragedia: Esquilo, Sófocles y Eurípides. Su
liderazgo dominó la escena del mundo occidental por siglos hasta la aparición
de William Shakespeare. Gracias a ellos, la palabra tragedia quedó
indisolublemente ligada a un suceso desafortunado que provoca la muerte de
alguien.
Mucha gente hoy
en día, utiliza la palabra tragedia sin haber leído nunca una obra de este tipo
o haber disfrutado una representación teatral trágica. Pero esto tiene remedio.
La invitación para esta salida del tiempo es que te acerques a alguna de estas
obras. Afortunadamente de Esquilo sobrevivieron siete obras, de Sófocles otras
siete y de Eurípides diecinueve. Por otro lado, entre las más hermosas y
conmovedoras tragedias de Shakespeare destacan El Rey Lear, Otelo, Macbeth y
Hamlet.





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