La pared
Dos de
mis mejores amigos de la preparatoria vienen a visitarme por las vacaciones.
Isaac vive desde hace varios años en Montreal y Alejandro en Puebla. Hoy
decidimos ir al teatro a ver El jardín de
los cerezos. Al salir subimos a mi coche y prendo el estéreo. En las
bocinas se escuchan las notas de Otro
ladrillo en la pared. Mientras Alejandro y yo cantamos desafinadamente
recordando nuestras épocas de adolescentes, Isaac pregunta: ¿Qué tienen en
común la obra que acabamos de ver y esta canción?
Al
instante dejamos de cantar y nos ponemos a pensar. Es un juego que hacíamos
desde la prepa: buscar relaciones de dos objetos al parecer irreconciliables. Otro
ladrillo en la pared es el tema principal del álbum The Wall (La pared) de Pink
Floyd, grupo inglés de rock progresivo que tiene sus más grandes éxitos en los
ochentas y que con The Wall presenta un disco conceptual en el que todas las
canciones desarrollan el mismo tema.
Si bien es cierto que la fama del álbum era
grande, desde su lanzamiento, esta se incrementó notablemente cuando la música
del disco fue usada como tema durante la demolición del muro de Berlín y la
reunificación alemana.
Por otro
lado, El jardín de los cerezos del dramaturgo ruso Anton Chejov es una obra del
naturalismo de 1902 que bajo la dirección de Stanislavski, padre del método de
actuación más usado durante ese siglo en el mundo, alcanza un notable éxito.
La
distancia entre la Rusia
zarista de principios del siglo XX y la música de rock progresivo del grupo
inglés, parece demasiado amplia, pero sí tienen algo en común: La pared. Durante el siglo XIX, con la aparición de las
corrientes realista y naturalista en el teatro, los dramaturgos encierran a sus
personajes entre cuatro paredes para mostrarlos en la intimidad. Predominan las
escenas en interiores (salas, cocinas, despachos) y gracias a los avances en
iluminación, escenografía y tramoya, se pueden recrear con todo detalle
puertas, ventanas, muros, vigas de techo, etc. para crear la ilusión de que el
público está efectivamente viendo un fragmento de la realidad íntima.
Por su
parte, los actores parecen olvidarse de que están siendo observados gracias a
un nuevo invento: la cuarta pared. Si bien los escenógrafos construyen dos
muros a los lados y uno al fondo para crear el espacio interior o medio cajón,
son los actores los encargados de construir la cuarta pared imaginaria que
divide al público del escenario y que es indispensable para crear esta ilusión
de privacidad indispensable en este tipo de teatro. Así el público puede
observar a través de esta pared imaginaria sin ser visto; como un voyerista que
ve a través del ojo de una cerradura. El teatro va de lo público a los
conflictos humanos que suceden en el ámbito privado. El concepto de cuarta
pared, domina el teatro del siglo XIX y continúa aplicándose hasta la fecha en
muchas obras de corte realista.
Después
de mi explicación, Isaac sonríe y dice: ¡Vientos! Pero lo principal es que así
paran de berrear desafinadamente y me dejan escuchar la canción.
Si te
interesa conocer algunas de las obras que utilizan la cuarta pared te
recomiendo La gaviota y El jardín de los cerezos del ruso Anton Chejov; Casa de
Muñecas y Un enemigo del pueblo del Noruego Henrik Ibsen.
Comentarios
Publicar un comentario