Huemac y el cambio climático
Compro el periódico de la mañana y
me siento en la banca del parque para enterarme de lo que pasa en el mundo y en
primera plana leo: “México sufre graves daños por sequía. El secretario de Desarrollo
Social considera que el clima extremo es causado por el cambio climático.”
Aunque los especialistas han comprobado que antes de la aparición de
la humanidad la tierra había experimentado diversas alteraciones climáticas a
lo largo de millones de años (entre ellas las glaciaciones), mucha gente piensa
que la acción depredadora y soberbia de la civilización contemporánea está
acelerando estos procesos naturales. El cambio climático relacionado con la
acción de los humanos parece una expresión del mundo industrializado, sin
embargo, ya los antiguos mexicanos habían consignado y advertido de los
peligros de nuestra soberbia en contra de la naturaleza.
Contaban los tlacuilos (pintores
encargados de consignar con dibujos las historias en códices) que Huemac (mano
grande) rey de los toltecas, gustaba
mucho de jugar a la pelota. Su pasión por el juego lo llevó a apostar con los
tlaloques (dioses de la lluvia) todas sus riquezas. El poder económico entre
los antiguos mexicanos estaba representado por las mantas de algodón, las
plumas de aves exóticas y los chalchihuites (piedras preciosas). Por su parte,
los tlaloques ofrecieron sus riquezas: sus chalchihuites eran los granos de
maíz, base fundamental de la alimentación humana y sus plumas de quetzal eran
las hojas verdes de las mazorcas.
Huemac ganó en el juego de pelota y
exigió a los tlaloques lo que habían apostado. Cuando los dioses de la lluvia
entregaron sus mazorcas de maíz, Huemac se sintió ofendido y demandó que le
pagaran con piedras preciosas y plumas de ave. Los tlaloques dijeron: Toma tus riquezas y
nosotros nos llevaremos las nuestras.
Por cuatro años no hubo lluvias en
Tula, todas las cosechas se perdieron,
el pueblo tolteca padeció de hambre y finalmente desapareció. Huemac,
avergonzado de haber causado la ruina de su pueblo, fue a la cueva de Cincalco
y se ahorcó. Así, en el códice de la
Leyenda de los Soles, los antiguos mexicanos
advertían de los peligros de la soberbia humana, el espejismo del beneficio
personal sobre el bien común y cómo una acción irresponsable puede alterar el
equilibrio ecológico.
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